JUST...

Damien Rice - Cannonball

Still a little bit of your taste in my mouth
Still a little bit of you laced with my doubt
Still a little hard to say what's going on

Still a little bit of your ghost your witness
Still a little bit of your face I haven't kissed
You step a little closer each day
Still I can't say what's going on

Stones taught me to fly
Love taught me to lie
Life taught me to die
So it's not hard to fall
When you float like a cannonball

Still a little bit of your song in my ear
Still a little bit of your words I long to hear
You step a little closer
To me
So close that I can't see what's going on

Stones taught me to fly
Love taught me to lie
Life taught me to die
So it's not hard to fall
When you float like a cannon

Stones taught me to fly
Love taught me to cry
So come on courage!
Teach me to be shy
'Cause it's not hard to fall
And I don't wanna scare her
It's not hard to fall
And I don't wanna lose
It's not hard to grow
When you know that you just don't know

HAGO COSAS POR DESPECHO

Mi pareja no había querido verme ese día, ni el anterior, ni el anterior, y al final de la tarde había encontrado un plan agradable, pero muy peligroso.
Pero no lo pensé dos veces y me coloqué el vestido de gasa lila que dejaba ver mi ropa interior a juego con el color de mi bolsa roja y de los zapatos.
Llegué al lugar, uno de los mejores restaurantes de la ciudad, con la mejor comida española y una barra con miles de bebidas diferentes. Me hizo esperar mucho tiempo, tanto tiempo para pensar casi dos veces si era correcto ir a cenar con un ex-galán, teniendo a mi hombre dormido en su casa, pero llegó a la mesa antes de que pudiera escaparme. La adrenalina y la consciencia no me dejaban en paz, pero me sentía pasional, feliz y muy, muy halagada.
Habló de sus múltiples y famosos amigos, de las discotecas a las que iba cuando tenía mi edad, de lo bien que le iba en el trabajo y lo ocupado que estaba, que en pocos días se iba a Miami, y hasta me invitó a pasar un verano en Marbella. Cerró el lugar, o más bien mandó a todo el personal a descansar, pues el lugar resultó ser suyo.
Propuso seguir la noche en su casa, con demasiadas promesas de que no pasaría nada, y que no se atrevería a tocarme. Accedí.
Nos subimos en un increíble y último modelo coche rojo, pasamos a mi casa, recogí mi camisón azul de satín que tanto gustaba de quitarme mi pareja y llegamos a su departamento.
Un lugar increíble. Un penthouse de tres pisos, con una terraza y una vista a la ciudad que no tenía precio. Tenía una cava con 200 botellas de vino, con precios inimaginables.
El lugar era impresionante, con mucha luz, minimalista, pocas cosas, lo esencial y muy espacioso, tenía algunos destellos en rojo que lo hacían sofisticado, su cuarto era una gozada, hasta la regadera tenía una increíble vista, y un vestidor en donde entraban mis 200 pares de zapatos y tendría que haber comprado más para llenarlo.
Abrimos una botella ,que costaba más que mi propia vida, en la terraza. La noche era perfecta, no llovía, ni hacia frío, el calor pegaba el mini vestido a mi piel, y las estrellas se veían claras en el cielo.
Y fue así, con media botella de vino en las venas, con los ojos cansados y el camisón de satín azul nos metimos a la cama, yo con la esperanza de dormir y de que no se acercara, él con la fantasía de verme desnuda y de hacerme el amor.
Me hice la dormida esperando, que se durmiera antes que yo. Pero no fue así, por más de cuatro veces intentó tocarme, pensando que yo había caído rendida, hasta que en un ataque de furia y miedo, salí de la cama, busqué mi ropa en el cuarto totalmente a oscuras, cogí mi bolsa, mientras el gritaba que me quedara.
Me fui enojada. Enojada conmigo, por haber cruzado la línea y haber llegado a tanto, por hacer las cosas por despecho, por ser tan caprichosa y no dar tiempo al tiempo.
Y me acordé de él, de mi novio, mi pareja que dormía en su casa, y que estaría soñando conmigo. Me odié, me odié tanto por haber soñado con un coche, un departamento y no con el hombre que tanto gustaba de quitarme el camisón azul de satín.