ROSARIO

La falda le llegaba un poco más arriba de la rodilla.
Sus zapatos median exactamente once centímetros de tacón.
Las medias de red tenían un hoyo en la pantorrilla derecha.
El escote de su camiseta negra mostraba un sujetador rojo con encaje.
Sentada  frente al parque, lloraba. Lloraba sola, con las manos en la cara, y el rimmel corriendo por sus mejillas.
Nadie se detenía a consolarla, eran las once de la noche, y  era un elemento más del paisaje de la ciudad.
Se levantó secándose la cara y caminó por la avenida. Sacó un espejo, y volvió a pintarse las pestañas. Estaba lista.
Llegó a su semáforo. Se recargó sacando el pecho, y cruzó la pierna de manera que se tensaran sus músculos.
Paró un coche, y se subió en él.
Quizá esta vez no tendría que llorar.
Quizá esta vez no le pegarían.

IT WAS A CRAZY, CRAZY NIGHT



La noche empezaba sin un destino fijo. Era un día especial, un miércoles por la noche. La actitud estaba a tope, y no podíamos desperdiciar ningún segundo. La cámara sería el miembro fiel del equipo. Llegamos al lugar, ya era tarde, muy tarde, y empezmaos a bailar, los indispensables volvían con una botella en la mesa, y no dejábamos de bailar. Otra botella llegó a la mesa...champagne, Mauricio la había invitado, it was a perfect night.....










DON JUAN TENORIO

Había pasado un año, y estábamos sentados el uno frente a otro, en un café. Él con su dignidad bien puesta, yo con mi orgullo indiferente.

-Y...¿Cómo has estado?, dijo él.
-Bien, muy bien, contesté, te ves más flaco ¿bajaste de peso?
-Algo, me dijo indiferente.

La tarde pasaba rápido, obscura y fría, él había bajado la guardia, yo seguía sin platicar mucho, pero era impresionante lo que me podía hacer sentir, me hizo recordar porqué me volvía loca, sus labios, sus palabras, sus frases, su mirada penetrante, su inteligencia, su manera de hablar, de caminar, Por cuatro horas olvidé porqué lo había dejado.

-Sígues igual de guapa, me dijo.
-Sigo siendo la misma, contesté.

Me sonrojé. Y sentí lo que hace mucho no sentía, no podía reternerle la mirada, sabía que me delataría al instante, pero sospeche que él sentía lo mismo. El cariño seguía después de un año, estábamos sentados el uno frente al otro con ganas de abrazarnos y de sentirnos, pero no fue así.

Me subí a su coche, me dió su mano, y dijo:" Por los buenos tiempos", la sangre me subió a la cabeza, mi corazón latía con fuerza y no déjaba de extrañarlé, y así llegé a mi casa, con las manos temblando, y un nervio casi imaginario, que me hizo no dormir por la noche, y pregguntarme, porqué pasan esas cosas.

¿Dejamos alguna vez de querer a alguien?

Sigo guardando sus cartas, sus fotos, sus regalos, y su libro: Don Juan Tenorio.