SOLO PARA RUBIAS

Hace meses mi queridísimo I heart Godard me pidió que viera la película protagonizada por Marilyn Monroe: Gentlemen Prefer Blondes. Aqui las frases memorables:

"For God sake got a Scotch"

"Sometimes Mr. Edmond finds it very difficult to say not to me"

"I keep telling her, it´s as easy to fall for a rich man as a poor man"

"Honey, did it ever occur to you that some people don´t care about the money?"

"I can be smart if I want to, but must man don´t like that!"



DIAMOND´S ARE A GIRL´S BEST FRIEND
Se durmió esperándole, aunque sabía que no llegaría.
Ella dormía sola, y él
en otra ciudad dormía solo, en otra ciudad. Ella lo esperaría, lo esperaría el tiempo que fuése necesario.

LET´S DO IT AGAIN. BABY


Despertó con el sol en la cara, y con el rítmico sonido de las olas. Llevaba todavía marcado el delineador en los ojos y debajo de la toalla (que despejaba el aire), traía ya colocado el bikini, liso de color blanco. A su lado, ajustado a su cintura y con su brazo derecho sobre su pequeño cuerpo, había un hombre.

Sus ojos negros y el pelo del mismo color le daban un aire gitano, facciones fuertes, la nariz puntiaguda y mirada penetrante. Era muy guapo y atractivo y la tenía entre sus brazos. Acostados en una tumbona que daba al filo de la alberca, él seguía dormido. El lugar estaba vacío, la bahía de Acapulco se notaba callada y envidiable, era una buena mañana. Eran las siete de la mañana y ni los niños habían bajado a disfrutar del puente largo.

Despertó con el pecho descubierto, la toalla en las rodillas, y la miró. Sus ojos verdes semi amarillos, y su bikini blanco, le hacian enloquecer, la había esperado duante mucho tiempo, y alcanzó a decir : "Te estaba esperando", ella soltó una mirada extraña, un tanto sorprendida, un tanto ilusionada, le dió un beso en la frente y se paró dirigiéndose al agua.

En la cabeza le rondaban mil ideas. Hace tanto tiempo que sabía de él, apenas y lo conocía. Le gustaba la idea de seguir en el juego pero al mismo tiempo no estaba preparada para eso. Era hora de cambiar, pensó ella, dejaría las salidas hasta tarde, cambiaría el alcohol por una limonada y aprendería a cocinar fabada, sería ordenada y menos coqueta, no usaría minifladas, y quizá dejaría la idea de la soltería y se casaría con él. Quizá.

P.D La foto es de mi adorado amigo y director en potencia Memo

Mátalas, con una sobredosis de ternura

No lo había podido haber sacado de la cabeza. Apenas cualquier detalle, cualquier silencio y cualquier ruido le eran insoportables.
Abrió el periódico por la mañana, rutina clásica que le trajo otro recuerdo, después de varias páginas se encontró con el obituario. Había muerto.
Había muerto. Había muerto hace dos días. Salió de la cama, se bañó, y se miró al espejo, encontró a otra mujer. Se pusó un vestido negro entallado, medias de red, y una pamela que le cubría el pelo y la cara, tal y como le hubiera gustado verla.
Al llegar al cementerio, el día olía a gris, las tumbas todas del mismo tamaño y con la misma figura le recordaron los días monótonos que había llevado durante dos años, no había salido el Sol,
Reconoció caras, reconoció amigos, pero nadie logró indentificarle.
Llevaba un bolsón en la mano, al terminar el entierro, lo dejó junto a su tumba: sus libros, sus discos, su risa y su llanto. Dió media vuelta y se fue, volvería cada año.
Había muerto, y con el cuerpo había enterrado todo.
Y como diría Mecano: El 7 de septiembre sería su aniversario.

DE PAREJAS NORMALES.

-Flaquita ven a la cama que tengo ganas de hacerte el amor.



Acostado del lado de su cama y con su lámpara apagada, su voz sonaba débil, arrastrada y muy cansada.
Laura trabajaba. Sentada en el sofá, que tenían al lado de la ventana, consultaba tres libros sobre fotografía y trataba de decidirse a quién pondría en portada para el mes de julio.
 No queria hacer el amor.



En el cuarto blanco, frío y mínimo, que habían escogido los dos, se veían poco. Ella pasaba horas en la oficina, tenía que redactar artículos, terminar una sesión de fotos o escoger los contenidos de la revista, en cambio él pasaba horas investigando y leyendo, terminando su libro y a veces se paseaba por su oficina.
Laura no quería quedar embarazada.



Pero los métodos anticonceptivos ya les quedaban cortos, y la diferencia de edad, aunque no muy notable, ya les pesaba. Apenas y se veían en algún café, o comían juntos, hablaban de lo habitual y de lo cotidiano. Habían dejado de lado, esas platicas interesantes y constructivas de cuando se habían conocido.



Inmersa en la tipografía que usaría para el test: ¿Sabes exitar a tu pareja?, cerró los libros y se dirigió a la cama. Los pantalones holgados, la camiseta de manga larga y los calcetines, no ayudarían en la monotonía del contexto.



Sucedió fugaz, técnico y textual. Al pie de la letra: Tú me quitas la camisa. Yo te ayudo a desabrocharte. Toca aqui. Muy bien. Toca de este lado. No, espera todavía no llego.
Definitivamente no le hizo el amor. Sexo puro. Acabaron.



Laura se vistió olvidando los pantalones holgados. Seguía siendo guapa sin maquillaje y con el pelo desaliñado. Volvió al sillón. Tenía la cabeza perfecta para el artículo central: "Las nuevas relaciones perfectas: Adiós a la monogamia."


"Ich Liebe Dich"

Encadenada a una silla de ruedas, no podía caminar. Llevaba ya diez años aferrada a piezas de metal, y su piel olía oxidada, aún así su apariencia era impecable. Llevaba un traje tweed en tonos rosas, un collar con tres líneas de perlas y los aretes a juego. En las manos dos anillos: la argolla de casada, y un pequeño zafiro montado en oro. Realmente imponía, se veía espectacular. Una dama.
Denotaba al contexto de su realidad, hombres amarrados a batas blancas que gritaban y balbuceaban, se daban golpes contra las paredes, se oían llantos agudos e impacientes. 
El jardín ya no era un lugar de juego, si no el límite de su cárcel. Un lugar espelusnante para una mujer como ella.
No era mi primera visita al hospital siquiátrico, tenía que cumplir con 400 horas para obtener mi título. Servicio Social.
"Volvió señorita", me dijo al verme la señora Bernadette. Su mirada era fría, distante, su tono gris, oscuro, una voz fuerte y demandante. Le calculaba unos ochenta años, las arrugas de sus manos dictaban una larga vida, y me impresionó el solo hecho de que me reconociera. "¿Ha encontrado las cartas de Blaz?". Insistía que su marido, 23 años mayor que ella, había servido al ejército nazi, y que yo tenía que encontrar cartas, con un contenido de información secreta sobre estrategias de guerra. Suspiré hondo, sentí pena por ella.
Las edades no cuadraban, ni siquiera las fechas ni lugares, los papeles del hospital sostenían que era inmigrante chilena, aunque no tenía el acento, que no había estado casada, y que presentaba un cuadro de demencia senil. Sus mentiras habían transtornado se cabeza hasta crear una realidad alterna, había creado una muralla de protección contra el mugroso hospital y sus integrantes.
"Su mirada me dice muchas cosas, se ve que no ha buscado las cartas, y también le puedo decir que no cree lo que le digo", volteó la cabeza hacia los dormitorios, "lléveme a mi cuarto, tengo algo que mostrarle", empujé su silla de ruedas, un poco por darle gusto más que por convicción.
Su cuarto era claro, tenía una cama baja, un sillón y un tocadiscos, fotografías en una mesita, y dos burós a cada lado de la cama. Me pidió que abriera con cuidado el segundo cajón de su buró y sacara el joyero que estaba escondido hasta atrás. 
Así lo hice, sintiéndome cómplice de un espionaje y entrando en su juego. Le acerqué la caja. "Quizás este demente, quizá los doctores quieren que esté demente. Usted, tiene que creerme".
Sentí lástima por la mujer, vestida con un lujoso traje de Chanel, sin ninguna visita al día, y pasando sus tardes hablando conmigo, una simple estudiante de psicología.
Sin decir nada abrió la caja, sacó collares y pulseras revueltos y los dejó sobre la cama. Estiró la caja hacia mi lugar.
No tuve palabras. Mi impresión durmió mi lengua, y mis ojos no parpadeaban. Tenía entre mis manos una banda con la swastika, parte del uniforme del ejército alemán, se veía vieja y desgastada, además de sucia.

Sigue Igual

Estuve a treinta centímetros de morir hace unos días. Y quizá me hubiera gustado haberlo hecho.
Hace una semana que me levanto con ganas, hubiera preferido perder la memoria y empezar de cero, en vez de tener un collarín que me va a durar un mes, pero en realidad la vida sigue, la historia sigue metida entre mis venas, las cosas dichas y las cosas no dichas, los errores y también los aciertos, mis amigos y mi familia: todo sigue igual.
¿Todo sigue igual?
Si todo sigue igual, aunque ya no lea, ni cante, aunque ya no sonría, ni me arregle, ni hable, ni baile, todo sigue igual. Bueno es cierto además ya no grito, ni escribo, ni me rio, ni salgo, ya no me maquillo, ya no camino, claro y tampoco sonrío (es cierto, eso ya lo dije antes).
Pero de verdad que todo sigue igual.

JUST...

Damien Rice - Cannonball

Still a little bit of your taste in my mouth
Still a little bit of you laced with my doubt
Still a little hard to say what's going on

Still a little bit of your ghost your witness
Still a little bit of your face I haven't kissed
You step a little closer each day
Still I can't say what's going on

Stones taught me to fly
Love taught me to lie
Life taught me to die
So it's not hard to fall
When you float like a cannonball

Still a little bit of your song in my ear
Still a little bit of your words I long to hear
You step a little closer
To me
So close that I can't see what's going on

Stones taught me to fly
Love taught me to lie
Life taught me to die
So it's not hard to fall
When you float like a cannon

Stones taught me to fly
Love taught me to cry
So come on courage!
Teach me to be shy
'Cause it's not hard to fall
And I don't wanna scare her
It's not hard to fall
And I don't wanna lose
It's not hard to grow
When you know that you just don't know

HAGO COSAS POR DESPECHO

Mi pareja no había querido verme ese día, ni el anterior, ni el anterior, y al final de la tarde había encontrado un plan agradable, pero muy peligroso.
Pero no lo pensé dos veces y me coloqué el vestido de gasa lila que dejaba ver mi ropa interior a juego con el color de mi bolsa roja y de los zapatos.
Llegué al lugar, uno de los mejores restaurantes de la ciudad, con la mejor comida española y una barra con miles de bebidas diferentes. Me hizo esperar mucho tiempo, tanto tiempo para pensar casi dos veces si era correcto ir a cenar con un ex-galán, teniendo a mi hombre dormido en su casa, pero llegó a la mesa antes de que pudiera escaparme. La adrenalina y la consciencia no me dejaban en paz, pero me sentía pasional, feliz y muy, muy halagada.
Habló de sus múltiples y famosos amigos, de las discotecas a las que iba cuando tenía mi edad, de lo bien que le iba en el trabajo y lo ocupado que estaba, que en pocos días se iba a Miami, y hasta me invitó a pasar un verano en Marbella. Cerró el lugar, o más bien mandó a todo el personal a descansar, pues el lugar resultó ser suyo.
Propuso seguir la noche en su casa, con demasiadas promesas de que no pasaría nada, y que no se atrevería a tocarme. Accedí.
Nos subimos en un increíble y último modelo coche rojo, pasamos a mi casa, recogí mi camisón azul de satín que tanto gustaba de quitarme mi pareja y llegamos a su departamento.
Un lugar increíble. Un penthouse de tres pisos, con una terraza y una vista a la ciudad que no tenía precio. Tenía una cava con 200 botellas de vino, con precios inimaginables.
El lugar era impresionante, con mucha luz, minimalista, pocas cosas, lo esencial y muy espacioso, tenía algunos destellos en rojo que lo hacían sofisticado, su cuarto era una gozada, hasta la regadera tenía una increíble vista, y un vestidor en donde entraban mis 200 pares de zapatos y tendría que haber comprado más para llenarlo.
Abrimos una botella ,que costaba más que mi propia vida, en la terraza. La noche era perfecta, no llovía, ni hacia frío, el calor pegaba el mini vestido a mi piel, y las estrellas se veían claras en el cielo.
Y fue así, con media botella de vino en las venas, con los ojos cansados y el camisón de satín azul nos metimos a la cama, yo con la esperanza de dormir y de que no se acercara, él con la fantasía de verme desnuda y de hacerme el amor.
Me hice la dormida esperando, que se durmiera antes que yo. Pero no fue así, por más de cuatro veces intentó tocarme, pensando que yo había caído rendida, hasta que en un ataque de furia y miedo, salí de la cama, busqué mi ropa en el cuarto totalmente a oscuras, cogí mi bolsa, mientras el gritaba que me quedara.
Me fui enojada. Enojada conmigo, por haber cruzado la línea y haber llegado a tanto, por hacer las cosas por despecho, por ser tan caprichosa y no dar tiempo al tiempo.
Y me acordé de él, de mi novio, mi pareja que dormía en su casa, y que estaría soñando conmigo. Me odié, me odié tanto por haber soñado con un coche, un departamento y no con el hombre que tanto gustaba de quitarme el camisón azul de satín.

Uno, dos y tres.

El único detalle que faltaba era subir la cremallera de la falda.
El público esperaba sentado en sus lugares, y ene l altavoz sonaba la segunda llamada.

El telón estaba cerrado. En los camerinos había un gran alboroto y desde una esquina sentada sobre un cajón observaba la bailaora con su traje azul turqueza de diminutas bolas blancas y volantes en el dobladillo, se colocaba la peineta, con trabajos por el cigarrillo que se consumia en su mano.

El cantaor no estaba listo. Además de que venía borracho de haber bebido a la hora del almuerzo media botella de fino de Jeréz de la Frontera, no había dormido la noche anterior por dormir con una gitanilla de sangre azul principiante que había consegido con una bulería.

Uno, dos y tres, uno, dos y tres, se oyen los clavos en las puntas de los zapatos de tacón de las bailaoras de segundo grado practicando para pronto estar en escena.

Se colocan los músicos en alto. Dos guitarras, un cajón y dos cantaores, una ya empieza a tocar las palmas. Se afinan las guitarras.

"Triana de Maria, desde el Puerto de Santa María", se anuncia en los carteles fuera del teatro. Se levanta del cajón, los volantes del vestido azul turqueza, vuelan con el duende que lleva dentro. Ejercita las manos, mueve las manos con delicadeza dando pequeñas vueltas. Levanta el brazo derecho lo coloca en medio arco, el brazo izquierdo en la cintura. Tercera posición.

"Tercera llamada". Suenan las guitarras. "Comenzamos"

RECUERDOS Y NADA MÁS

El atardecer empezaba, y poco a poco caía el Sol, se sentía ese olor especial, ese sentimiento diferente que tienen esos días cuando sabes que se acaba la tarde y empieza la noche, esas dos horas en las que el cielo es rojo, el aire es seco y el ambiente es pesado.
Yo, estaba esperándole. Esperaba a aquel hombre que inesperadamente y sin ningún tipo de aviso llegó a mi vida y se atrevió a ser uno de esos personaje que interpretan una serie de cuentos y que ya llevan un largo historial. Que ha vivido tantas cosas, tantas experiencias, que me atrevía a asentir que una nueva experiencia para él era innecesaria.
Había sido malo, había tratado muy mal a muchas personas, era uno de esos hombres que no se atrevió a sentir por ninguna mujer. Las había dejado por puro aburrimiento, había jugado con cada una de ellas, las había usado. Solo había aprendido a querer a una, sólo a una.
Definía al macho mexicano, este hombre prepotente y misógino. Ojos obscuros, pelo crespo, y la piel muy morena, era grande y muy alto. De familia muy tradicional, y con una gran tradición de políticos. Vestía un traje sastre negro, camisa blanca y corbata roja.
-Perdona, llegue tarde, me dijo él.
-No vamos a llegar a tiempo, y yo no se llegar a este lugar, anda súbete al coche, le dije yo.
El camino fue largo, íbamos hacia un lugar desconocido para mí, un lugar fuera de la ciudad, era nuestro día de descanso. Nos esperaba un día y una noche larga, y apenas caía el atardecer.
Nuestras conversaciones eran largas y muy entretenidas, nuestros temas muy profundos, nos gustaba retar el uno al otro, siempre ganar a ser el mejor, demostrar nuestra inteligencia y hacer creer que el otro no era interesante, siempre con nuestro orgullo y dignidad por delante.
Fue eso lo que lo mantuvo a mi lado, y que hizo que no se atreviera a lastimarme, se dió cuenta que yo era una de las pocas mujeres que no iba a caer en su juego y que no era sólo una rubia tonta, si no una rubia con fuerza, dignidad y pensante.
Creí que nuestra relación se acabaría por nuestro orgullo mutuo, en realidad no fue así.
Lo conocí en aquellas ocasiones extrañas. Por terceras personas, de las cuales al final resulto ser un conocido de aquel conocido, que era amigo de mi hermano, que conoció por mi primo, porque jugaban fútbol en aquel club deportivo. Un desconocido.
Yo no le hice mucho caso, estábamos en una boda, me puse uno de esos vestidos que te hacen ver bien y quedar bien. A él no lo recuerdo. Baile toda la noche. Hice la noche. Estuve con un amigo suyo, la persona que nos presentó. Coqueteamos su amigo y yo, mientras él me ofrecía de vez en cuando algo de tomar. Y así paso la noche, yo me atreví a darle mi teléfono a cualquiera que se presentara a bailar conmigo.
Pasó la hora, el día, y la semana. Ninguno llamó. En realidad no esperaba ninguna de las llamadas. Sólo había sido una de esas maravillosas noches, con hombres muy atractivos.
-Bueno
-Hola ¿Fernanda?
-Si, soy yo, ¿Quién habla?
-Hola Fernanda, soy yo, Miguel, el de la boda de Cuernavaca.
-Miguel, ¿ Cómo estás?
-Nada aquí sin nada que hacer, recuerdas que quedamos para comer.

En realidad yo no recordaba nada, vagamente me acordaba de él, no tenía noción del tiempo de aquel día y mucho menos de haber quedado a comer con nadie. Pero mi vacante estaba vacía, había terminado con mi ex novio, y de todos los hombres de aquella noche, había sido el único que se había atrevido a llamar. En resumen: nada que perder.
-Claro, contesté yo.
-Creo que te voy a cambiar la comida, por algún bar hoy, ¿Estás ocupada? Vienen algunos amigos.
Un bar, por la noche, hoy y con sus amigos. Sonaba bien, algunas copas, no tenía que sentarme con él toda una tarde, y sus amigos hacían de esto algo más informal. Era un plan perfecto para un desconocido.
-Perfecto a las 9 estoy lista, ¿te parece bien?
Llegó temprano, y aunque no era muy atractivo se veía muy bien. Yo venía de un día largo, de trabajar en el pequeño restaurante en el cual era recepcionista, y además había tenido clases por la mañana, era de aquellos días que no había ni pensado que ponerme, encontré alguna camiseta y p use una falda de color rojo, , solo para llamar su atención.
Sus amigos me incluyeron rápidamente en el grupo, y aunque sabían que era nuestra primera cita, todos se portaron bien conmigo. Él fue de aquellas personas con las que me hubiera podio quedar hablando las horas enteras, nuestras conversaciones tenían sentido, respetaba mis puntos de vista, aunque no estuviera de acuerdo, y me debatía con diferentes argumentos-
No fue una noche mágica, ni fue de las mejores citas, tampoco me gustó acabada la noche, ni voy a mentir diciendo que era un príncipe azul, y que estaba vuelto loco por mí. Era un tipo normal.
No esperaba su llamada al siguiente día, pero me llamó.
Y así poco a poco lo empecé a conocer, era totalmente diferente a mí, pero tenía metas parecidas a las mías. Y quería crecer demasiado, en exceso.
Un día tras otro, nos encontrábamos, no dejó de llamarme y buscaba la manera de hacerme feliz. Encontraba la cita perfecta para una mujer como yo. Siempre buscaba la manera de tenerme contenta, se fueron dando las cosas poco a poco y sin darme cuenta estaba con él.
-Tenme miedo Miguel, le dije yo.
-De qué me hablas.
-Ten miedo, porque vas a acabar enamorado de mi, tan enamorado que llorarás el día que te deje.
-Los hombres no lloran, y quien dijo que me ibas a dejar tú a mí.
Siempre fue una persona muy técnica, y yo la mística de la relación. Hacíamos una mancuerna perfecta, sin darnos cuenta que nos lastimábamos uno al otro Mis amigos me advertían que no era para mí, que era aquella persona que no iba a poder olvidar. Pero mis oídos se hicieron necios y me fui abriendo poco a poco, dando lo mejor de mí.
Llegó el día que dormimos juntos. Fue tan especial, dormir toda la noche, sabiendo que al despertar me iba a encontrar con una sonrisa en la boca y un hombre a mi lado. Y así poco a poco nuestra relación se solidifíco, dependíamos uno del otro, dependíamos de la felicidad del otro.
Sin darse cuenta y sin decírmelo, me empezó a amar. Cómo no lo había hecho en su vida, a pesar de haber estado con demasiadas mujer, por mí sentía cosas que no había sentido nunca, y aunque no lo amaba como él a mí, el cariño era demasiado.
Hasta que llegaron los problemas. Su forma de hacer las cosas me empezó a molestar, su machísmo, su orgullo, la manera en que creía que solo era suya, sus celos inmoderados, la manera en que me hablaba, su poco tacto y sus muchos besos.
Y así en medio de una pelea, y sin querer lo dejé. Como estaba escrito, lo dejé. Y cómo no había imaginado lloró. Y me rogó. Y volvió, y no quería creer que se había acabado. Que las flores ya no tenían que llegar a mi casa, las Acapulcos de todas las semanas, ya no tenían sentido.
Me causó varios problemas con mis siguientes parejas. Le armaba bronca a cualquiera que estuviera conmigo, y seguía soñando que algún día regresaríamos.
Lo vi hace algunos meses, después de un año y medio de no saber de él, estuvimos casi cuatro horas platicando, había bajado mucho de peso, y había pasado una vida dura, todo había cambiado, tenía un buen trabajo y había dejado la política, ya no fumaba, y no tomaba en exceso, había cambiado tanto. Casi todo, casi todo, menos la manera de tratar de besarme, y los celos de que alguien se me acercara. Volvimos a lo mismo, seguía siendo el mismísimo macho.

PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES ESTA NOCHE

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "que me arrepiento de decir cosas que sentía y que no debía decirlas." 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche, porque yo lo quiero y él también me queria.
En las noches como esta me tuvo entre sus brazos.
En su cama, y en su cuarto, me besó tantas veces que pensé que los besos no se acabarían.
Que el cielo está estrellado, que llovió por la tarde, y que tenía tanta ilusión de que hoy salieran las cosas bien.
Que no quería oírlo aunque sabia que diría que me quería.
Puedo escribir los veros más tristes esta noche.
A lo lejos se aleja con un pequeño beso de despedia, y dejándome con gotas de sal en la mejilla.
Lo quiero, es cierto, y cuánto lo quiero.
Mi oído busca su voz, cómo su boca busca mi ombligo.
Porque en noche como ésta me tuvo entre sus brazos,
mi ser no se contenta con haberlo perdido.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche, puedo escribir cosas tan tristes este noche...

Recibí un mail:

Hey princess

Encontré estas fotos y me recordaron a tí, ¿porque será? jajaja

See you tomorrow.




Fue enviado por mi director, el único que me saca mis mejores ángulos. te quiero MEMO, my future boy!

LA NIÑA REÍA

Procuraba no mover los labios demasiado aunque sentía la resequedad en la boca. Llevaba poco más de diez minutos sentada y estaba nerviosa. Estaba nerviosa. Sentía pánico de las sillas de metal con publicidad de Corona, de los hombres jugando dominó a su lado, y de la mesera con la falda tan corta, tan corta, tan corta que las piernas se le veían enormes. Llevaba un traje sastre. Color marrón. Con una camisa blanca y unos tacones de aguja que dejaban los dedos del pie y las uñas pintadas de rojo al descubierto, Llevaba poco más de diez minutos esperando.
Sacó de su bolsa una grabadora pequeñita, un poco para perder el tiempo, y otro poco para desviar las miradas de los vecinos de mesa, había pedido una Coca-Cola. Llegó la mesera, colocó la bebida y debajo de la falda sacó un par de servilletas.
Procuraba no mover los labios, pero entre sus cosas había olvidado en el coche la pomada que le quitaba la resequedad. Bebió la Coca-Cola.

Se sentó a su lado. Un hombre con grandes barbas, con un olor a sudor de varios días y con camisa a cuadros rojos. Se sentó a su lado: “Dicen que me buscas, muñeca”. Y el “muñeca” le sonó salado y lujurioso, precoz e impertinente.
“Vengo a llevármela”, contestó aquella “muñeca” de ojos verdes y traje sastre, con un poco de miedo en la voz y porque no, también un poco de impertinencia.
Él se paró de la silla. Su enorme cuerpo y la camisa a cuadros rojos no dejaban ver la puerta de salida. Ella no sintió miedo, sintió pánico, pánico de quedarse encerrada y de quedar con la vagina destrozada y el recuerdo de sudor a varios días. Sintió pánico.

Salió con el bebé en brazos. Una criatura pequeñita y sin pecado concebido, con apenas una cobija por encima y los pies al aire libre. Sonreía. Sonreía y no lloraba.
Se levantó al verla, dejó la grabadora, el bolso, y la Coca-Cola, y se levantó a mirarla. La había buscado tanto y no se atrevía a tocarla. Tan pequeñita y tan frágil, parecía que apenas respiraba. Y la tocó. Le tocó los labios y la cara, los pies y las manos, no podía dejarla. Reía, la niña reía. Tranquila levantó la mirada y juró llevársela.

El hombre de barbas grandes y de rojos cuadros en la camisa la alejó de ella. Él también había jurado llevársela. Le entregó el bebé a la mesera de corta falda y servilletas en la pantorrilla, y miró al suelo. “Todo tiene un precio”, dijo, y no tenía fuerzas para mirar a la “muñeca” a la cara.

Llevaba varios días sin comer, había vuelto a casa de su madre con una bebé en brazos, y con la vagina destrozada. La niña reía. Se dirigió a la policía. La grabadora era su aliada y su único testigo. En realidad no serviría de nada. La niña no tenía la culpa, y para ella su padre, el hombre de grandes barbas que había destrozado la vagina de su madre, habría muerto en alguna batalla.
Pero como él había jurado llevársela, ella había jurado venganza.

PORNOGRAFÍA MAL COLOCADA

Sentada frente al pupitre descruzó las piernas. A sus quince años ya había visto más pornografía que todos los niños de su clase. Se reestiró en la silla y volteó a ver a su noviecillo que tenía voz de niña, y al que todavía no le salía la barba . Apenas y se daban algún beso cuando él tomaba de más y se atrevía a tocar sus labios. En realidad no lo quería, pero era una niña muy popular y estaba de moda tener algún novio.
Entró el profesor. Con cuadernos en mano y muy agitado se sentó en su escritorio, ni siquiera la volteaba a ver, entre 40 alumnos no la había notado. 
Pero Camila abrió las piernas, en realidad ya se había imaginado dándole un beso y tocando su espalda, lo único que se imaginaba era su espalda, fuerte y grande, con la que podía abrazarla toda, con la que podía protegerla toda. 
Empezó tomando lista. Camila ya se había puesto a imaginar. Con la mano de su novio sobre la suya, se había visto desnuda, con sus pequeños pechos enfrente de su profesor, empezaba ya a sentir algo entre sus piernas, sabía que algún día la notaria.
No hacía mas que mirarle, todo lo que decía le parecía tonto, pues no dejaba de verlo, de admirarlo.
 Fue entonces cuando deseó ser una de las tantas chicas que actuaban en esas películas para adultos, volteó a ver a su novio y apretó su mano, esa noche Camila perdería su virginidad pensando en su profesor.
él no lo sabe pero me ilusiona mucho  verlo.
él no lo sabe pero mi panza está llena de mariposas cuando me toca.
él no lo sabe pero lo admiro demasiado.
él no lo sabe pero cada vez que me besa, se queda conmigo.
él no lo sabe pero me encanta observarlo.
él no lo sabe pero pienso en él cuando no está.
él no lo sabe pero sus labios me vuelven loca.
él no lo sabe pero me estoy clavando con todo esto.
él no lo sabe pero su risa es divina.
él no lo sabe pero de verdad me encanta.

Tenme miedo, que te vas a terminar enamorando de mí.

ROSARIO

La falda le llegaba un poco más arriba de la rodilla.
Sus zapatos median exactamente once centímetros de tacón.
Las medias de red tenían un hoyo en la pantorrilla derecha.
El escote de su camiseta negra mostraba un sujetador rojo con encaje.
Sentada  frente al parque, lloraba. Lloraba sola, con las manos en la cara, y el rimmel corriendo por sus mejillas.
Nadie se detenía a consolarla, eran las once de la noche, y  era un elemento más del paisaje de la ciudad.
Se levantó secándose la cara y caminó por la avenida. Sacó un espejo, y volvió a pintarse las pestañas. Estaba lista.
Llegó a su semáforo. Se recargó sacando el pecho, y cruzó la pierna de manera que se tensaran sus músculos.
Paró un coche, y se subió en él.
Quizá esta vez no tendría que llorar.
Quizá esta vez no le pegarían.

IT WAS A CRAZY, CRAZY NIGHT



La noche empezaba sin un destino fijo. Era un día especial, un miércoles por la noche. La actitud estaba a tope, y no podíamos desperdiciar ningún segundo. La cámara sería el miembro fiel del equipo. Llegamos al lugar, ya era tarde, muy tarde, y empezmaos a bailar, los indispensables volvían con una botella en la mesa, y no dejábamos de bailar. Otra botella llegó a la mesa...champagne, Mauricio la había invitado, it was a perfect night.....










DON JUAN TENORIO

Había pasado un año, y estábamos sentados el uno frente a otro, en un café. Él con su dignidad bien puesta, yo con mi orgullo indiferente.

-Y...¿Cómo has estado?, dijo él.
-Bien, muy bien, contesté, te ves más flaco ¿bajaste de peso?
-Algo, me dijo indiferente.

La tarde pasaba rápido, obscura y fría, él había bajado la guardia, yo seguía sin platicar mucho, pero era impresionante lo que me podía hacer sentir, me hizo recordar porqué me volvía loca, sus labios, sus palabras, sus frases, su mirada penetrante, su inteligencia, su manera de hablar, de caminar, Por cuatro horas olvidé porqué lo había dejado.

-Sígues igual de guapa, me dijo.
-Sigo siendo la misma, contesté.

Me sonrojé. Y sentí lo que hace mucho no sentía, no podía reternerle la mirada, sabía que me delataría al instante, pero sospeche que él sentía lo mismo. El cariño seguía después de un año, estábamos sentados el uno frente al otro con ganas de abrazarnos y de sentirnos, pero no fue así.

Me subí a su coche, me dió su mano, y dijo:" Por los buenos tiempos", la sangre me subió a la cabeza, mi corazón latía con fuerza y no déjaba de extrañarlé, y así llegé a mi casa, con las manos temblando, y un nervio casi imaginario, que me hizo no dormir por la noche, y pregguntarme, porqué pasan esas cosas.

¿Dejamos alguna vez de querer a alguien?

Sigo guardando sus cartas, sus fotos, sus regalos, y su libro: Don Juan Tenorio.

TOUCH ME


Porqué las relaciones humanas han de llegar a ser tan difíciles.
No sería más fácil decir: me gustas, te gusto, dame un beso y tócame.
De hoy en adelante pienso ser así.
Cuidado no se me pongan enfrente.
El status quo ha terminado.
Esta semana voy con todo.


P.D Es posible que hoy venga el SEXTO ACTO

EL DAVID


PRIMER ACTO
Ella entra al restaurant japonés, Mujer no muy alta, con pelo corto recogido con un liga. Se sienta. Su amigo ya lo espera. El mesero se acerca, piden algo de tomar, ella sentada frente a él.
-¿Qué tanto ves?, dice el amigo.
-Estoy viendo el David en vivo, contesta ella con ilusión en los ojos.
-No seas ridícula, comenta el gran amigo.
-Voltea, es perfecto, ve los ojos, simétricamente perfectos, la nariz inclinada, la barba. Lleva los zapatos, a juego con el cinturón. Y ve que bien le va la corbata. Lo habrán esculpido, dice ella.
-No seas ridícula, no me dirás que será un Greek guy.

SEGUNDO ACTO
Llega el David en vivo. Un hombre alto, con ojos simétricamente perfectos. Nariz inclinada. Había sido esculpido. Se sentó con dos amigos. Greek guy. Pidió de tomar. Su conversación era simpática, era un hombre agradable. Él no podía mirarla. Trato de mirarla. Encontró sus ojos, su mirada, y la notó. Eye Contact. Él no espera más que eso.

TERCER ACTO
Ella y su amigo pagan la cuenta. Están listos para irse. Recogen sus cosas y salen del lugar. A mitad del camino:
-Mándale tu teléfono en un papel.
-No, estás loco, le contesta ella.
-Dame una pluma, dice él.
-Lo escribo yo, dice ella.
Cogé una pluma y apunta su número. El amigo regresa al restaurant, le da el papel a un mesero, le da indicaciones y se va.
-Esto no tendría que haber pasado, dice ella.
-No lo vas a volver a ver, contesta él, es sólo un juego.

CUARTO ACTO
El David en vivo recibe el papel. Lo mira, y con miedo llama.
-Bueno, dice el David.
-Bueno, contesta ella. Cuelga.
El David vuelve a llamar.
-¿Porqué me cuelgas?
-Perdona, quiero que sepas em... lo del papel, este fue un error, bórralo... jaja perdón, fue una tontería.
-A mí me gusto, ¿quién eres?
-Yo... este... yo soy, Begoña.
-Oye ... Begoña, me gustaría que me platicaras, ¿cómo pasó todo?, fue muy simpático, ¿nos vemos algún otro día?
-Este.... si... perdón otra vez por el papelito.... jaja fue una tontería.

QUINTO ACTO
Van a comer. Coincidencialmente ella va sumamente bonita. Coincidencialmente él va muy guapo. Huele bien. Comen. Hablan. Cada quien se va por su lado.

SEXTO ACTO

CHICA BOND

Llegó tarde. Muy tarde. Una hora tarde.

-Wow!, te ves preciosa, impresionante hoy.
-Lo driás porque llegas tarde, y puedes notar mi cara de enojada.
-Lo digo, en serio, te voy a nominar para chica Bond.
-Las chicas Bond, siempre terminan en cama de Bond.
-Entonces me nominaré, para ser el póximo Bond.

No terminamos en la cama. Pero el outfit, era para chica Bond. Nos faltó el Gold Finger.

... UN KILO MAS

Cenábamos en un lugar muy elegante, él traía un traje hecho a la medida, y una corbata roja que le hacia verse muy diplomático, yo un vestido blanco que me hacia ver muy delgada, más de lo que en realidad era:

-Bueno es que en realidad, yo nunca he salido con una niña chubby, ninguna que pese más de 55 kilos.
-No lo dirás en serio.
-Si, es más ninguno de mis amigos, sale o ha tenido una novia gorda.
-Pues tu me conoces desde chica, sabes que estaba chubby y pesaba mucho más de 55 kilos.
-Si pero ya no lo estás, por eso salimos.
-Jajaj, y ¿qué si engordo me dejas?
-mmm, no no te dejo, sólo te llevo a correr en la mañana.

Terminé mi pastel de cajeta que comía en este instante, le dí las gracias y me fui a tomar un taxi.
-No se porqué, pero presentía que iba a pasar.
-Ya ni le des vueltas, todo esta acabado.
-Tienes razón, era un idiota.
-Era un idiota y medio.
-Seguro que te habrá engañado con otra mil veces.
-¿Tu crees?, si, puede ser y además siempre llegaba 3 minutos tarde.
-Y acuérdate del día que no te quiso comprar el vestido, ese azul que te encantaba, además te quedaba divino.
-Uy no, y el día que no me quiso acompañar al bar gay.
-Que tal la vez que se fue de farra con sus amigos borrachotes.
-No, y además me hablaba sólo una vez por día.
-Y sólo pensaba en sexo.
-Si, pero..... me llevaba flores.
-Es cierto, y te invitaba tres veces por semana a cenar, ¡Qué lugares!.
-Y siempre sonreía.
-¡Qué guapo era!.
-Y fue su idea conocer a mis papas.
-Y te llevo serenata en tu cumpleaños.
-Era un imbécil.
-Cierto. Nunca te llevo chocolates.

Otra en tu lugar

Vanessa recogió la bolsa de mano que había puesto sobre su asiento, y buscó la dirección que había apuntado de Roberto en el ticket del bikini nuevo que se había comprado sólo para él. Metió las dos revsitas que había venido leyendo en el camino, y bajó del autobús.
Pidió un taxi.
-Necesito ir a los departamentos de Mar y Tierra, le dijo al taxista.
Y se sentó detrás, pensando en la ilusión que le haría a Roberto, la sorpresa de que ella llegara a visitarlo. Todavía no conocía su departamento de la playa, pero estaba segura que le parecería fabuloso, por eso había metido en la maleta lo mejor: los más lindos vestidos de playa, los mejores zapatos y los mejores bikinis, hasta había pedido prestado unas camisetas de la tienda en la que era dependienta y que regresaría el lunes.
Llegó al lugar indicado, unas grandes paredes de mole blanca cubrían la entrada, haciendo la forma de olas, y dos policías con uniforme blanco custodiaban la entrada.
-Buenos días, soy invitada del Sr. Uroz, mi nombre es Vanessa García
El hombre buscó en la carpeta que tenía, sin dar ninguna respuesta.
-No señorita, su nombre no se encuentra en las listas.
-Es que he venido de sorpresa, Roberto no sabe que estoy aqui.
El policía la miró con sospecha, pero le dió el pasó y le mostró el camino hasta el departamento, luego se marchó.
Vanessa tocó el timbre, y no hubo respuesta alguna, lo intentó otra ves, y no sintió que nadie respondiera, entonces se decidió a entrar, la puerta no tenía seguro y estaba medio abierta, por lo que pasó.
Vió a Roberto con sus ojos miel, y su cuerpo ya bronceados de varios días, salia mojado de un cuarto a la derecha y traía puesto su albornoz de toalla, pero notó algo extraño en su mirada.
-¿Qué haces aqui?, le dijo con una voz de angustia y preocupación.
-He llegado por sopresa, he venido a verte, no pareces muy ilusionado. Dame un beso que he viajado cinco horas en autobús sólo para verte, le contestaba Vanessa mientras dejaba sus maletas en el suelo.
-Tienes que irte Vanessa, estoy muy ocupado y.... creo que no es el momento de que estés aquí.
-Pero no me salgas con tonterías, venga ayudame a mover las maletas que pesan demasiado y no quiero....
-¿Qué pasa Roberto?, era una voz muy fuerte, muy madura, de una mujer, ¿quién ha entrado a la casa?, salió María, totalmente desnuda, con un cuerpo escultural, ojos verdes, pechos grandes, y perfectas caderas, tenía un bronceado también de varios días.
-¿Buscabas a mi esposo?, le dijo María a Vanessa.
Y en ese momento comprendió todo, las salidas hasta temprano, los restaurantes lejos del centro, los fines de semanas, los viajes de Roberto.
Vanessa recogió sus cosas y se marchó sintiéndose tan decepcionada, tan avergonzada, había sido la otra sin darse cuenta, sin tenerlo en mente, habían jugado con ella, habían engañado a alguein más por su culpa.
Se sintió culpable, y sucia, ella que tanto creía en la fidelidad de Roberto, había terminado solo siendo un juego.
Buscó un taxi en la calle, y en su mente solo sintió el deseo de volver a casa.