Y evolucioné...


La gente no cambia, solo evoluciona.
Otro típico café, en otro típico lugar, con otra típica amiga, con la típica conversación "y ¿qué onda te habló ayer?, ¿qué le dijiste?, ¿como crees, te mando flores? ¡que monada!, ¿ ya vas a cumplir cuatro meses con tu novio? y así seguimos en el mismo tipo de conversación, hasta que Carmen me hizo una confesión: "Ayer fue a buscar anillo, no sé si me vaya a poder ir con ustedes, espero que me proponga pronto", supongo que mi cara fue suficiente por contestación, no me salio nada de la boca más que gritarle que estaba loca, que cómo se atrevia, que en qué estaba pensando, que en dónde quedaban los planes de su vida, que porqué no seguía estudiando, que dónde iban a quedar sus amigas, qué que pasaba con su carrera profesional, y los viajes que le faltaban hacer, sus sueños, sus pasiones, y después de un espacio, lento y silencioso, me dí cuenta que evolucione....
Ya no era la misma niña de hace dos años, que sólo añoraba con una casa llena de niños, y un marido que sólo viera a la hora de cenar. Me percaté que mis ideales habían cambiado, que no sólo no esperaba casarme en menos de nueve años, si no que mi meta no era encontrar un hombre ideal y perfecto, si no superarme como persona, como yo. No entiendo en que momento me partí y seguí, cuando dejé de ser la niña idealista, encerrada en un cuarto rosa (literal), esperando la llamada del patán que me había pedido mi teléfono la noche anterior solo para sacarme un beso, y aquella que creía que la pasión en una pareja era prohibida, y que el matrimonio era técnico y no humano, no se en que momento empecé a ser yo, y a dejar de ser aquellas. Tantas metas deseadas, tantos sueños idealizados, y no existe poder humano que hoy en día me quite la línea que llevo y añoro, porque el casarse no es malo, pero no es una espectativa importante de mi vida.
Ahora que, uno nunca sabe....

Él y ella


Ella estaba sentada, él la veía, se conocían de hace poco, pero su atracción física era fatalmente curiosa. Él la deseaba, ella lo quería, quizá eso fuera poco, él no la tenía.
Era un lugar obscuro, mucha música, y mucho alcohol, la gente dispersa, y todo el grupo distraido. Ella bailó, bailó, y bailó, el vestido rojo pegado al cuerpo, con el escote de honor que la hacian sentir princesa, logró que muchos cayeran en el encanto de su sonrisa, pero él, él no lo notó.
Él tomo de más, una tras otra, tras otra, tras otra, y ella, ella sólo lo veía.
Terminó el momento, el conflicto y el lugar, y en dos minutos se encontraban solos, en el momento, el destino y el lugar perfecto, sin nadie en casa, con el silencio incómodo, y el alcohol subido al punto del momento deshinibido.
Ella sentada en la barra de la cocina, él junto al refrigerador. Ella jugaba con su pelo, y él, él decía tonterías.
Se acercó de manera simpática, y sin intención alguna. La risa paro, y quedó situado en el rincón peligroso entre sus piernas, y su boca, se acercó poco a poco para poder sentirla, y la besó, la besó en los labios poco a poco, sin ningún sentido de pasión, un beso largo e imparable, sin el menor contacto de sus manos y con toda la fuerza de sus labios, la besó.
Un paso lleva a otro, y fueron avanzando, iban subiendo las cosas, el tacto de sus manos por la espalda, el roce de su cuerpo con el suyo, la caricia irracional y el contacto divino. Él se durmió, y ella soñó.
Al siguiente día, él la dejo acostada, y se escapó, la dejó con la esperanza abierta y con el constante deseo de volverlo a ver, pensando en cada caricia y en cada beso que le dio en el cuerpo, porque él se quedo en ella, y ella, ella lo sigue buscando.

EL MAESTRO SABINA


Hace dos años estuve en Santander en un concierto en medio de un terreno valdío oyendo a Sabina, un tipo moribundo, en medio de un viaje de demasiada cocaína, y con los ojoss rojos y medios cerrados pudo cantar, mi canción preferida de este mismo artista, que reconosco, poeta:

Artista: Joaquín Sabina
Album: 19 días y 500 noches
Canción: 19 días y 500 noches

Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo
en un güisqui on the rocks,
en vez de fingir,
o estrellarme una copa de celos,
le dio por reír.
De pronto me vi,
como un perro de nadie,
ladrando, a las puertas del cielo.
Me dejó un neceser con agravios,
la miel en los labios
y escarcha en el pelo.

Tenían razón
mis amantes
en eso de que, antes,
el malo era yo,
con una excepción:
esta vez,
yo quería quererla querer
y ella no.
Así que se fue,
me dejó el corazón
en los huesos
y yo de rodillas.
Desde el taxi,
y, haciendo un exceso,
me tiró dos besos...
uno por mejilla.

Y regresé
a la maldición
del cajón sin su ropa,
a la perdición
de los bares de copas,
a las cenicientas
de saldo y esquina,
y, por esas ventas
del fino Laína,
pagando las cuentas
de gente sin alma
que pierde la calma
con la cocaína,
volviéndome loco,
derrochando
la bolsa y la vida
la fui, poco a poco,
dando por perdida.

Y eso que yo,
para no agobiar con
flores a María,
para no asediarla
con mi antología
de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla
con bisutería,
ni ser el fantoche
que va, en romería,
con la cofradía
del Santo Reproche,
tanto la quería,
que, tardé, en aprender
a olvidarla, diecinueve días
y quinientas noches.

Dijo hola y adiós,
y, el portazo, sonó
como un signo de interrogación,
sospecho que, así,
se vengaba, a través del olvido,
Cupido de mí.
No pido perdón,
¿para qué? si me va a perdonar
porque ya no le importa...
siempre tuvo la frente muy alta,
la lengua muy larga
y la falda muy corta.

Me abandonó,
como se abandonan
los zapatos viejos,
destrozó el cristal
de mis gafas de lejos,
sacó del espejo
su vivo retrato,
y, fui, tan torero,
por los callejones
del juego y el vino,
que, ayer, el portero,
me echó del casino
de Torrelodones.
Qué pena tan grande,
negaría el Santo Sacramento,
en el mismo momento
que ella me lo mande.

EN QUÉ MOMENTO...

Sentada en un café de franquicia americana, en una tarde de domingo, con mi lap top en la mesa, con el tipo de gringa fodonga que no quisiera detallar, escribiendo un e-mail para mi mamá. Recibí una llamada de una amiga, que no podía esperar:

-Bueno, ¿Manon?
- Bego... tengo algo que decirte. Es algo que no se puede decir por teléfono, pero no tenemos otra opción.
-¿Qué pasa?, no me asustes. Le respondí.

Nos reunió a todas en un típico café de amigas, y nos contó, lo que nadie quería escuchar : "Fui al doctor a checárme un quiste que tenía, y pues el doctor vió algo muy raro, nada, me mandó a hacer estudios, y pues si niñas, salió que tengo cáncer, en el apéndice, en el intestino y en otra parte del cuerpo. Creo que todavía no estoy entendiendo lo que está pasando".

Ni yo tampoco , todavía no me acostumbro a llamarla a Houston para ver cómo salió la operación, ni de oírla hablar de quimioterapias, ni de no verla más por la universidad, ni de sentir la tensión en todo el grupo de amigas, ni de depender de un doctor para tener todo seguro. No me gusta.

"Cuando me dijo que tenía cáncer deje de escuchar . Les juro que se me cerraron los oídos, mi mamá me tuvo que explicar después lo que había dicho el doctor", nos dijo mi amiga. Una niña de 21 años con cáncer, una gran amiga, gran hija, gran hermana, ¿porqué creemos que no puede pasarnos nada?, porque a ella, porque a mí. 

Ella es una de mis mejores amigas y tiene cáncer. Es una parte muy dolorosa para mí contarlo y más escribirlo. Aunque ninguna de nosotras hemos perdido la esperanza de que todo salga bien, ha sido un golpe bajo y fuerte, nos tiró a todas.

Ella es una niña diferente, siempre fue distinta a todas, nunca dejo de tener una gran sonrisa en la boca. Estudiante de mercadotecnia, ex alumna del Regina, siempre fue una mujer ejemplar, sin rencores, ni corajes, sin un probelma por la vida, y con amigos por doquier. Sencilla, amigable y respetable, siempre ayudando a los problemas de los demás. Chiquita y chaparrita como yo, 1.0 mts: aunque asegura medir más, siempre admiramos los valores que está mujer tiene.

Sólo escribo esto para que pienses lo que haz logrado hasta hoy, y lo que te falta por hacer, porque como mi amiga, el mundo cambia, la gente cambia, y todo es efímero, y para tí por si me lees, ya sabes que nos tienes a todas, que Dios aprieta, bueno ya sabes bla, bla, ba te queremos y rezamos mucho, mucho por tí.

La vida y las circunstancias te mueven tu "todo" en sólo dos segundos.

Y donde se quedo Arriaga?

De última hora, y a 10 horas de entregar una crìtica de una pelìcula me lance al cine, con mi mejor amiga, arquetipo perfecto de la niña fresa que le encantan las chickflicks como a mí. Decidí por ella que teníamos que ver El Bufalo de la Noche novela prima de Guillermo Arriaga que prometia impactar y defender la dignidad que le quedaba después de la pelea que se aventó con su amigo Iñarritú, y allí fuimos mi amiga y yo, a una zona fresa, en un lugar fresa, en un cine fresa, compramos los boletos, no sin antes de advertirle "Guey es una película mexicana", "¿Mexicana, como crees?, me contestó, era uno de esos típicos días que después de no haber parado un solo segundo, no tenía muchas ganas de explicarle, que teníamos que promover el cine mexicano, y que el escritor de la historia era uno de los nuevos guionistas modernos con más espectativas.
Nos metimos a la sala, que ya estaba obscuras y con muy poca gente, y antes de empezar le volví a advertir a mi amiga: "No sé como esté la película he oido malas reseñas". La jeta que me puso hubiera ganado una foto en el word press.
Lo único que puedo decir es que mi amiga no dejo de quejarse del tipo de película al que la habia metido y casi jura no volver conmigo al cine.
La película es muy mala, aunque la hsitoria es demasiado buena, se ve que tiene perfectamente el sello de Arriaga, pero me decepciono tanto.
Demasiado sexo, tanto que nos asqueamos de ver tantos desnudos, y tantas, tantísimas escenas de puro sexo, todas las escenas son oscuras, y las actuaciones me parecieron tan malas, tan rebuscadas. Estabamos tan asustadas que ni nos atrevíamos a ver a los ojos la una a la otra después de ver tanta escena pornográfica, con Diego Luna, ¿qué de plano si seremos muy fresas?.
Mi amiga ni entendió la película, y casi nos arruina nuestra amistad, explicarle que nuestro dinero había sido un acto de beneficiencia, y que le prometía que si leía el libro estaría mejor, pero no valió la pena, ni me quiso oir, y asi con la decepción y el dinero perdido, pude hacer mi tarea de la obra de Arriaga: EL BUFALO DE LA NOCHE.

Ay mi Cuba


Nunca he estado en Cuba. Pero pude oler su sabor. En una sola noche conocí a su gente, en un solo lugar aprendí el sentido de la alegría en el cuerpo.
En una esquina paralela a nuestra gran avenida de la Ciudad de México, Insurgentes, existe una pequeña porción de la famosa isla de Castro. Mama Rumba
"Pero mami, son demasiados", me dijo una mujer que aparentaba los 50, con el pelo tan obscuro como el carbón recogido en una cola de caballo mal arreglada que tenía el aspecto de una red de pesca mal envuelta. Era robusta, pero su cuerpo tenía herencia, tenía una historia, sus brazos estaban marcados por la edad, pero parecían haberse ejercitado años atrás, su cuerpo aún bailaba, con todo y el peso de los años, la espalda recta, y con el pecho levantado, el color de su camiseta y sus demasiado ajustados pantalones eran negros, el color de su piel, era clara.
Me estaba reclamando, pero la sonrisa de la cara asimétricamente perfecta no se la borraba las 30 personas que habíamos llegado a la reservación de diez.
Nos dieron una mesa en las esquina del lugar, supongo que tratando de esconder el grupo de rubios, y un poco turistas que contradecian el estilo del lugar. El ambiente era de un color sepia, las paredes no estaban limpias y las mesas se veían viejas con sentido a cantina, empezaron a llegar los clientes habituales del lugar, hombres no muy altos, con una piel más oscura que la nuestra, del tipo caribeño, vestidos con elegantes sacos, siempre de colores oscuros, gris con rayas, negro, cafe, más gris y más negro, parecía que la regla del lugar era traer una medalla de oro al cuello, o tantas pulseras doradas como aguantara tu mano, una mera competencia de bisutería, ellas traían unas microfaldas perfectamente colocadas en un cuerpo diez, pequeñísimas ombligeras que relucían el super bronceado, o no bronceado del abdomen.
Sentada en mi silla de madera y con un mohito en la mano, empezando a aprender el ritmo de la música en vivo que tocaba un grupo de cinco personas, sentí una mirada incrustada en mi no muy pronunciado escote, y lo ví, era tan diferente, un cubano que no decepcionaba su raza, cada rasgo de su cuerpo demasiado musculoso para ser natural, gritaba venir de Cuba, era no muy alto, y su mismo caminar tenìa un extraño ritmo que iba acorde a la música, tenía unos jeans oscuros, y una camiseta negra de manga corta, que en 10 segundos estaba a punto de reventer, se acreco a mí, rápido y sin preámbulos, no tuve tiempo de pensar el pretexto para decirle que no quería bailar, ya estaba en medio de la pista, bailando, o intentándolo, con un profesor de salsa. Puso su mano en mi cintura, y en dos vueltas que me pusieron de punta su cuerpo estaba demasiado pegado al mío. Podía oler su cuerpo, lo ùnico que olìa era su piel, no era sudor, era un olor a trabajo, a fuerza, a hombre. No dijo, una palabra, no conocí su voz, pero cada movimiento que daba me hacia sentirlo más, tenía una enore virgen cerca de su pecho dorada para no cambiar la costumbre, que apenas reconocía cada vez que tenía tiempo de escapar a su mirada, el sentimiento de estar todo mi cuerpo junto a él sin que me soltara me hizo tener un acercamiento fuerte, no era un enamoramiento sentimental, era un enamoramientio físico, de cada parte de su baile, de cada nuevo lado que me descubría, de sentir su mano a punto de tocar mi pecho, sin saber que al instante venía una vuelta y luego un recogimiento, con sus brazos cruzados en la parte baja de mi abdomen, no paró y no me hizo parar, y así sin más se acabó la música, me dió las gracias con un leve movimiento de cabeza y se fue, dejándome sola en medio de una pista, entra miles de personas y sintiéndome una cubana más, una cubana por 10 minutos, creo que pude sentir que mi cuerpo se congelaba cuando lo ví alejarse por la puerta, y de nuevo oí aquel acento tan peculiar que oyes al hablar a Castro, en alguna entrevista "Se llama Carlos", me devolvió a la realidad, me recordó acabar el mohito, que había dejado en la mesa y volver a ser la "mami" clara del lugar.

Y resultó estar con otra

Entendí que todos los hombres por su propia naturaleza son cazadores, y que como en la profesión, necesitan presumir lo que han logrado capturar, además que no les basta con una presa a la vez.
.


Y me bajé del coche. Con ese vestido pequeñito, pequeñito, que me hacia ver, según mi percepción, tan delgada gracias a la oscuridad de la noche y el negro color del vestido, que además me hacia portarlo con inmensa dignidad, y seguridad. Gracias a los tres meses de mi sueldo que me había costado el dichoso vestido de imitación versace, (el diseño de una de las grandes casas italianas), que había encontrado rebajado en una enorme tienda departamental mundialmente conocida como Saks Fifth Avenue.
Siempre he creído en el matrimonio, y hablando subjetivamente, en la monogamia de las relaciones.
Aunqe yo había sido más teórica, que práctica, siempre había esperado una fidelidad exagerada de mis parejas sentimentales, pero esta vez esperaba más de él.
No tuve tiempo de preguntarle porque lo había hecho, pero he jurado que si en algún momento de mi vida, me lo vuelvo a topar lo entrevistaré debidamente, sacando la información de ella, y porqué lo hizo.
Debería de darle el crédito de que llevabamos poco tiempo de conocernos y que sólo habíamos salido un par de veces, quizá para él no fue suficiente, pero para mí sí.
Tuvo la ingeniosa idea de hacerme sentir cosas maravillosas y de meterme la curiosidad, o la intensidad de seguir viéndolo. El primer día que nos vimos fue algo sumamente extraño, sin darme cuenta estaba sentada al lado de un hombre bajito, de pelo castaño, demasiado chino y con unos ojos cafés bastante populares, me dí cuenta que era un tipo normal, era mi primer tipo normal.
Tuve que hacer un viaje largo, y al final me quedaban solamente dos opciones, o lo volvía a ver y tenía mi historia , o simplemente no me llamaba y me lo enocntraría por allí en alguna otra ocasión.
Me volvió a llamar.
La llamada fue larga, a plena madrugada del aterrizaje de mi vuelo, y tuvo la simpatía y el detalle de decirme justamente lo que necesiatab oír, llegó el viernes, no supe nada de él,tenía aquella ansia que siente una mujer cuando no recibe la llamada esperada, el sábado me atreví a llamarlo, con la inocencia de haber pensado algún accidente, pero no tuvo la delicadeza de contestarme.
Y así se estacionó, aquel coche verde botella del cuál había sido dos veces copiloto, y lo ví, con una rubía perfecta, delineada, y muy alta, con una mini falda que superaba mi super vestido, y con una sonrisa en la boca, que no había sabido sacarle yo, allí estaba él junto a ella, con su enorme brazo al rededor de su minima cintura, besándola y abrazándola y así entendí lo que había hecho y lo que alguno otro había sentido. Así entendí, que la caza es básica y que las presas somos fáciles, que ya no es suficiente un vestido negro imitación Vesrace, ni unos zapatos Nine West, el cazador espera el color rojo de la falda mínima, y aquellos high hills que suben todo lo que la gravedad se ha encargado de bajar.

Y con este empezamos...

En mera obligacion me atrevo a escribir para ti que me lees, algo, mucho o poco de lo que está pasando, una parte de noticia, y otra mera de ficción, WELLCOME to The Guys and the City, toda considencia es mera casualidad.